Un mundo absurdo

Lucía era una geóloga madrileña que creía poder encontrar en una cueva unos huesos que revolucionarían su especialidad.

Lucía, explorando dentro de la cueva, cayó y cayó hasta una galería perdida de los ojos de Dios. En ella había una puerta. Entró. Salió en una gran ciudad. La puerta se cerró a sus espaldas.

La ciudad era Madrid, era la misma, pero no era igual. En este Madrid a ninguna pareja le importaba que su amado se acostara con otra persona, sin embargo, se consideraba infidelidad jugar al ajedrez con otro.

Lucía lo dejó con su marido. No podía aguantar que se acostara con otras personas sin más. Nadie lo entendió. "Le han entrado celos terribles de repente, no dejaba a su marido ni acostarse con otros".

Lucía conoció al hombre de su vida. Le quería. Le quería mucho. Ambos acordaron que ninguno se acostaría con otra persona mientras vivieran juntos.

Años más tarde, Lucía y el hombre de su vida se casaron y tuvieron un hijo. Pasó un tiempo y un amigo de El hombre de su vida fué a visitarlos. Después de un tiempo, como el hombre de su vida no llegaba, cuando el niño se fué a dormir, ambos, el amigo y ella, aburridos, decidieron jugar una partidita de ajedrez. Cuando el hombre de su vida llegó y les pilló, murió de pena y rabia y odio y echó a ambos. Lucía nunca entendió que un hombre no quisiera jugar al ajedrez con ella por tener pareja, pero esto le pareció surrealista.

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