El absurdo

Marco y Polo están hartos de discutir por la misma chica. Hartos de ponerse bombas bajo el asiento, de ponerse jeringuillas con VIH, de lanzar piedras a la cabeza en un callejón, de envenenar sus cigarros, de mostrarle al otro burros comiendo higos.

Nadie les ha matado, pero no será por falta de voluntad e intentos.

Marco y Polo han pactado: Obtendrá el amor de Sara aquel que más viva en una prueba última: Meterse en una cámara hermética y llenarla de Gas Sarín.

Así lo hacen. Ambos entran, se enganchan un monitor médico que mida las pulsaciones y la presión y aguantan la respiración lo más que pueden. Veinte segundos, treinta.. se juegan mucho. Antes del minuto Marco cede. Empieza a respirar muy a su pesar. Enseguida lo hace con más dificultad. Cuando Polo empieza a respirar él ya no puede aguantar el aire: Le cuesta demasiado respirar. Pronto empieza a sudar.
Mientras, Polo, orgulloso, le mira, creyéndose victorioso, pero pasa poco tiempo hasta que empiece a respirar con dificultad.

Cuando Polo vuelve a mirar a Marco este mira al suelo, con el cuello torcido y temblando, con fuertes convulsiones. No deja de babear. Él empieza a babear y a sudar también sin controlarlo. Las convulsiones empiezan a aparecer.

Marco tiembla sin control. Cuando quiere darse cuenta ve a Polo en una situación parecida. Polo ya no puede verle, porque se le ha obscurecido la visión. El monitor de Polo suena de continuo. Marco sonríe como puede: Ha ganado. El amor de Sara es suyo. Apenas unos segundos después, muere él también.

A Sara ni siquiera le importa: Sólo eran unos chicos que compartían facultad con ella.

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