Martes

Martes y Madrid están agazapados bajo fuego enemigo. Bajo dos ventanas, sentados, dan la espalda al enemigo. Nada entre la espalda y la pared. Ambos saben que la ciudad está perdida, pero Madrid no se rinde:

-¡Yo no me muevo. Voy a lanzarles hasta la última bala. Y si se me acaban les lanzo las mesas, las sillas, me arranco los brazos y se los lanzo!.

Martes se queda esperando. Parece que Madrid va en serio.

-Madrid... vamos.

-¡QUE NO!

Una lluvia de balas agujerea la pared de enfrente y hace que nieven astillas del marco de la ventana. Martes y Madrid, como si fueran uno, se incorporan, devuelven los disparos y corren a la habitación contigua, no sea que, ahora que saben donde están, cambien las pistolas por los tanques y no necesiten más de un disparo.

-No somos rival. No queda nadie. Vamonos. Es una muerte inútil.

Madrid oye pasos y se apresura a poner una silla bajo la puerta. En cuanto ve que se mueve el manillar la atraviesa y hace una ráfaga hacia las paredes contiguas, por donde bajaría la escalera.

Oyen gritos y golpes. Madrid abre la puerta y alivia el dolor a disparos, saquea lo que puede y vuelve al lado de Martes.

Los dos esperan durante un rato. Silencio, horrible silencio. La peor bala es la que no oyes, por que está dentro de ti. La peor batalla es la que no oyes por que sólo quedas tu.

-Yo me quedo a morir- Dice Madrid.
-Dejalo. Deja aquí las armas, quitate la ropa militar y corre conmigo. Si nos creen civiles nos harán prisioneros como mucho.
-Cobarde.
-Pero vivo. Muerto no podrás hacer nada.
-Pues vete tu - Dice Madrid sacando la carta más pesada del mundo- Dale esto a Matilde si la vuelves a ver.

Martes la rechaza. - Si no vienes conmigo la diré que preferiste tu gloria a ella.
-Eres un cabrón.
-Sí, pero voy a vivir, y tu conmigo.

Madrid le mira con odio. Le sigue a una habitación sin ventanas y ambos empiezan a quitarse los pertrechos militares.

Madrid se desespera:

-Este casco, que lo besó Matilde al principio de la guerra y que me dijo que no me lo quitara nunca... aquí abandonado en esta mierda. Que he dormido con él todos estos años joder. -Casi Solloza.
-Tu deja aquí el casco, que ya te besará a ti en unos meses, verás.

Martes se prueba el casco de Madrid. Le queda como un guante.

-Adivina quien soy: "¿Qué han llegado hasta la ciudad del Norte? ¿Pero cómo? Si hubiera estado yo allí, coño si hubiera estado yo. No habrían llegado ni a avistarla joder joder jod...."

No puede terminar la frase. Un tanque lanza el cielo sobre sus cabezas.

...

Martes no sabe que ha pasado. Alguien Le están arrastrando sobre unos escombros.

-Se despierta mi general.- Habla un soldado enemigo.
-Menuda suerte que has tenido, cabrón. Dale las gracias al casquito.
Martes no entiende nada. Anda tambaleándose, con el casco por debajo de las orejas. Le cuesta sacárselo. No reconoce a Madrid, a su lado. Su ropa es nueva, porque no es ropa militar. Su cara está debajo de una viga que, horas antes, colgaba orgulloso por haber resistido los bombardeos hasta la fecha.

0 comments: