Bestiario(6) ۩۞۩ Llunetas ۩۞۩

Las llunetas son diminutas, pequeñitas, tan tan pequeñas que, si no fueran siempre juntas, por millares, no podríamos verlas.
Pero las Llunetas, como las hormigas, no pueden entenderse si no son rodeadas de otras. Las llunetas son muchas y todas esas muchas son una a la vez.
Si separásemos una y tuviéramos un microscopio electrónico capaz de distinguir formas y colores, veríamos un círculo de oro rodeando a una bella mujer desnuda, morena, con unas alas en su espalda moviéndose tan rápido que están en muchos sitios a la vez, con una pequeña marca roja difuminada en el brazo izquierdo y una sonrisa marcada, puesta con ganas, no fingida, que, habiendo tenido principio, no tendrá fin, en una cara aun más bonita que el cuerpo.
Muchas llunetas juntas, trabajando, parecen luz, pero no una luz cualquiera, no la luz del sol o de una lámpara. Muchas llunetas juntas dan lugar a una luz mucho más bonita, la más bonita de todas, entre morada y naranja.

Cada día podremos ver a las Llunetas dos veces. La primera es entre las 5 y las 8, la segunda, entre las 19 y las 00. Se encuentran lejos tanto tiempo que pensaremos que es infinito, y querremos tenerlas cerca, querremos sumergirnos de ellas interminablemente aunque sólo las veamos entre media y dos horas al día.

Las Llunetas no aguantan bien el frío, por eso, en invierno, prefieren terminar sus tareas pronto, en cambio, en verano, les gusta estar despiertas todo el día.

Desde siempre, a alguna hora, cuando tienen ganas de terminar, extienden un gran manto negro por todo el cielo para anunciar a los animales que es la hora de dormir, para aliviarnos del calor y para permitir que pasemos horas obnubilados, contemplándolas en el horizonte. Al terminar, ellas mismas duermen.

Para descansar, se juntan todas en el mismo lugar, forman un árco de círculo, más grande cuantas más sean, hasta formar un círculo grande, inmenso. Entonces se ponen a dormir, su luz cambia de color, se vuelve gris, sus alas se paran, bostezan con aspavientos, cierran los ojos y se dejan mecer por el viento de uno al otro lado del cielo.

Y digo cuantas más sean porque no siempre descansan todas, algunas, a veces ninguna, a veces todas, a bailar a lugares fríos, en cuyo caso su luz se vuelve verde

Unas horas después, cuando ya quieran levantarse, se ponen en marcha en una alocada actividad por retirar el manto, tanta es la energía y poesía visual que muestran que, por ellas, las flores se abren, los gallos cantan y la gente despierta.

El manto es tan tupido que, hace mucho, cuando se murió la primera persona justa y quiso ir al cielo, tuvo que esperar a que se hiciera de día. Para remediarlo, las llunetas le permitieron hacer un agujerito para seguir subiendo. Así hay un agujero del tamaño de una persona (que desde la tierra se ve diminuto) por cada justo que muere de noche.

1 comments:

C. Zabinni said...

no me canso de leerte.. es como. un estuxe de monerias.. es como.. el libro paa colorear favorito cuando eres pequeño..