Querida Julieta

Te escribo desde la carcel. La comida es mala y este lugar donde escribo sólo se puede calificar de escrotorio. Por lo demás, no está mal.

No sé porque me han condenado. Vino la policía a casa porque había oido los llantos de mi hijo mientras le pegaba. ¿Tu crees que es para tanto? Adela, mi mujer, también está detenida.

No es el primer hijo que tenemos. Sí es cierto que ninguno nos vive tanto como la media, pero a este le cuidamos mucho...

Nuestro primer hijo, Rodrigo, murió cuando le dejamos unos días solo en casa. Pedimos a mi amigo Ernesto que fuera a darle de comer y a sacarlo a pasear, pero él nunca oyó el mensaje del contestador. Cuando volvimos estaba con su sonajero, ¡Más rico!. Estaba muy delgado, acurrucado en una esquinita, cagado y meado el muy cochino y no se movía. Resulta que se había muerto... Es normal, porque pasó dos semanas sin comer. Llamamos a Ernesto enseguida y nos dijo que no estaba en su casa y por eso no había oido los mensajes ni visto el correo. Le enterramos en el jardín cuando encontramos su piecito, que estaba metido en la garganta de una rata que se atragantó con él y murió. Un buen hijo que nos sirvió incluso después de muerto... eso suponiendo que la rata le arrancase el pié después de muerto, claro.

El segundo, Lucía, murió porque nos dejamos un par de vacunas. Es un despiste. No es tan grave, ¿Verdad? Si siempre podemos hacer otro.

El tercero babeada todo aquello que se le ponía a mano, así que decidimos encerrarlo en el ático. Es el que más nos ha durado: Seis años. Pero nunca llegó a hablar, como parece ser que hacen estos ejemplares. El día que mordió a su madre decidimos abandonarlo. Le llevamos en coche, abrimos una puerta, salió a hacer sus necesidades y arrancamos.

El cuarto, este último, era el peor de todos. El muy asqueroso de él me meó en la chaqueta de los domingos. Pensé que había sido un error. Pobrecillo... pero vi que se reía y entonces comprendí que lo hizo a mala idea. Mi mujer y yo decidimos sacrificarlo, pero como el veterinario cuesta lo suyo, decidimos matarlo en el patio a paladas. La primera no le mató y se puso a gritar como un energúmeno, eso fué lo que alertó a la policía.

Te dejo. Es la hora de las visitas y vendrá mi mujer en régimen especial. Creemos que el siguiente hijo nos saldrá mejor.

Besos:

Luciano

0 comments: