Historia de una caida

Volví dando un saludable paseo desde la discoteca mirando las estrellas, poniendo especial atención en Venus, filosofando sobre las consecuencias de una hipotética bajada de los tipos de interés en un más hipotético aun planeta de macarrones forofos de la música punk. Mi caminar era pausado y llevadero de una teatral pose bohemia:

Manos enbolsilladas, cabeza girada, ojos entornados y pies enzapatados.

En un instante, mi boca expresó un "vaya" y mi cabeza tomó el lugar de mis pies y mis piés se quedaron donde estaban. Precisamente este fué el problema: Mis pies no avanzaron y mi cuerpo, indiferente a la posición de aquellos, siguió avanzando como si tal cosa. Esto unido a la manía que tienen mis tobillos de no soltarse de mis pies y dado que mis manos siguieron, despreocupadas, en el bolsillo que las calentaba, provocó que mi cabeza se posara suavemente contra el suelo, haciendo florecer un chichón en mi frente, sangre en mis labios y dejando un pequeño crater en el firme, amén de fracturas frontales de craneo y desvanecimiento.

Levàntome diciendo: "(palabras que diga el Papa tras besar el suelo)" y estudié la situación. Mis pies habían quedado pegados a su posición en contra de su voluntad, debido a la dejadez de los empleados del Mercadona que habían colocado una verja sobre el suelo como quien tiene un tío en Alcalá.

Tras mi deducción, seguí caminando más preocupado del suelo que del cielo y dando vueltas a que Vaya y Verja sean palabras sinónimas.

0 comments: