Preso

Tic, tac, tic, tac...me estoy volviendo loco.
En mi aislamiento, en mi soledad que pinta eterna, "Tic Tac" ya no significa nada.
Para mi el tiempo detúvose aquel día de Otoño, cuando las nubes negras contagiaron su color al amarillo de Octubre. La obscuridad que me envolvió se instaló conmigo y tornose en gris perpetuo al despertar entrerrejado.

No sé cuanto tiempo llevo en este nosédonde, no sé cuanto me resta de estar restado ni me importa por que lo estoy. Quiero salir, pero ni siquiera me atrevo a volver a levantar la vista de la suciedad del suelo y enfrentarla con las paredes que rodean mi encierro. Quiero pensar que este gris es una luz extraña proveniente de un cielo nublado y que no es causa de este cruel encierro que me mantiene incluso lejos de una ventana que me permitiera, al menos, ver la luz del Sol.

Tampoco sé por qué iba a gastar mis fuerzas en repasar los muros desnudos que se levantan más allá de los barrotes o en no apartar mi vista de los escasos alimentos y bebida que me quedan.

Sólo Dios sabe si volverán a traerme comida, si volveré a ver un ser vivo por este yermo o si abandonaré esta existencia, que de tan baldía se ha tornado en el más doloroso de los castigos, sin más compañía que mi propia respiración. Sólo Dios sabe si moriré de hambre y de ansia de libertad o si, por el contrario, volveré a cantar bajo la lluvia agradeciendo eternamente mi libertad a quien se hubiera apiadado de un vulgar canario.

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